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Las miniguías de Albert. Namibia I
22 de Junio de 2007

Publicado por Albert en África . Añade un comentario

Una de las cosas que a un europeo le sorprende al llegar a Namibia es que las grandes ciudades, como la capital Windhoek o Swakopmund, son como si uno estuviera en Munich. Calles, tiendas, bares, restaurantes y la mayoría de población de raza blanca.

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Nada más llegar, nos dirigimos hacía la región del sur para visitar las dunas de Sossusvlei en Sesriem. Después de unas seis horas de viaje llegamos al lodge. Después de un dia agotador pudimos recuperarnos con una ducha y una cena bajo la luz de la luna. Probamos carne de cocodrilo, gacela y todo bicho raro viviente, o por lo menos esto era lo que decía el cocinero.

A la mañana siguiente fuimos a visitar las famosas dunas de Sossusvlei en el parque Nacional Nanib Mauklu.

Todo un espectáculo de colores y sombras. La duna más famosa es la número 45. No hay que perderse la experiencia de subir a una de estas montañas de unos 300 metros de altura y luego realizar un vertiginoso descenso. Tampoco hay que dejar de ver el Cañón Sesriem de un kilómetro de longitud, situado a la entrada del parque.

La mañana siguiente dejamos el lodge e iniciamos el viaje hacia la costa norte. Después de horas de viaje por el más puro desierto llegamos a Walvis Way, una población costera repleta de chalets. Es famosa por la industria pesquera, por su puerto y por los miles de pelícanos que se encuentran en sus aguas.

Seguimos ruta hasta llegar a Swakopmund, ciudad sin ningún encanto y con una apariencia 100% europea. Si queréis tomaros una buena cerveza alemana y salchichas es el lugar ideal. Aunque ya allí, no dejar de visitar la tienda Beter’s Antiques, un paraíso de piezas de calidad. A la mañana siguiente, seguimos la costa norte hasta llegar Henties Bay, una población costera que la verdad tampoco es ninguna maravilla. A pocos kilómetros se encuentra el Cape Cross (Reserva de focas). Hay entre 80.000 y 100.000 de estos animales, pero el olor es realmente nauseabundo.

Después de esta experiencia olfativa, pusimos rumbo al norte y entramos en el parque Costa de los esqueletos. El acceso al parque es algo tenebroso y si viajas por tu cuenta no olvides por nada del mundo llevar combustible suficiente y algo de provisiones. La carretera es una pista de sal totalmente recta en la que se pueden alcanzar velocidades altísimas. Por toda la costa se encuentran antiguos barcos embarrancados. Por fin, llegamos a nuestro lodge en Damaraland a última hora de la tarde.

Namibia II

Continuará…